viernes, 25 de octubre de 2013

Muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido…

Cuando se trata de dar gracias pensamos que es decir una palabra bonita o expresar un gesto que recompense a quien nos ha hecho un bien o nos ha dado un regalo de cualquier tipo. Otros creen que es una obligación o que es una manifestación de buena educación. Ciertamente quien da a otros y recibe una señal de agradecimiento, en la mayoría de las veces se siente pagado o se siente satisfecho por haber hecho un bien. Yo quisiera abrir la percepción de esta simplificada idea de lo que es la “Acción de gracias” o el ser agradecido.

El agradecimiento es un sentimiento positivo generado en la persona que ha recibido un favor de diferentes naturalezas: material, espiritual, emocional (deseándolo y esperándolo o de manera sorpresiva) y lo estima, es decir lo valora. Es diferente a la obligación moral de quien no experimenta el sentimiento de gratitud y agradece sólo por ser esto un deber o para mostrar una buena educación; así no se beneficiará del agradecimiento verdadero.

Como todo sentimiento, el agradecimiento genera cambios transformativos en la persona que lo experimenta: ésta se siente más feliz, animada, con ganas de vivir y amar. En la actualidad, se observa que las personas agradecidas no se deprimen, tienen mejor calidad de vida. Por supuesto que la persona que recibe el agradecimiento también se siente más honrada y motivada a seguir haciendo acciones que generen tal felicidad en los otros y en sí misma.

La acción de gracias a través de la historia ha sido reconocida como una manifestación del hombre a su Creador y esto se expresa en los salmos continuamente. Jesús hace referencia a la falta de agradecimiento de los 9 leprosos que fueron sanados y no regresaron, más por ellos mismos que por el querer recibir agradecimiento.

En mi experiencia de oración carismática por más de 35 años en la cual aprendí a dar gracias a Dios por todo (lo bueno, lo no tan bueno, lo grande, lo pequeño, lo que veo y lo que no veo), me ha acercado más a conocer a mi Señor y a los demás.

En nuestra familia hemos buscado dar paso al agradecimiento no como obligación moral, sino como verdadero sentimiento que nos hace crecer en unidad, en amor, en comunión con nuestro Señor de quien recibimos todos los favores, y entre nosotros como esposos, padres e hijos. Y somos testigos de los buenos sentimientos que al ser agradecidos se genera en cada uno como individuos y en todos como comunidad familiar. El gran peligro de la vida matrimonial y familiar es tomar por dado lo que recibimos. Cerrarse al agradecimiento es una manifestación de no valorar ni apreciar las acciones del otro que a final de cuentas afecta a quien da y a quien recibe.

Recuerdo en este momento a Don Pedro Vargas, el tenor de las Américas cuando le ganó al veterano Agustín Lara (ambos son glorias de Méjico) en una competencia de canto. Éste en reconocimiento de su gran talento le pidió que cantara sus canciones, a lo que Vargas respondió de corazón "muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido". De ahí en adelante recibió las mejores composiciones que lo colocaron en la posición que pocos han alcanzado en la música del último siglo.

Seamos agradecidos en todo momento.

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