Escuchar al Papa
Francisco se ha vuelto una necesidad para millones de personas que sin importar
su condición religiosa, esperamos del
Santo Padre aquella palabra o mensaje que nos ilumina o nos cuestiona nuestro
Ser y Quehacer como personas, en un mundo donde en ocasiones valen más los objetos que los sujetos.
Entre las innumerables frases “pedagógicas” del Papa
Francisco, nos gustaría que de manera breve reflexionáramos, en especial, la pronunciada en el discurso
del 13 de enero a los embajadores ante
la Santa Sede y que también se encuentra en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium:
“la cultura del descarte”
El diccionario de la Real Academia
Española, define la palabra descarte como cartas que
se desechan o que quedan sin repartir. Descarta quien tiene en abundancia,
y se permite aceptar a uno y rechazar al resto, o incluso rechazar a todos.
Llegan contactos, planes, ofertas, así que puedo rechazar unos y quedarme con
otros. Un ejemplo práctico, lo encontramos en la comida y el alimento; quien no
tiene no puede descartar; y quien posee en abundancia se permite el descarte. Valdría
la pena que nos preguntáramos: somos parte de esta cultura macabra del
descarte? cuál es mi posición como persona y cristiano-católico frente al
descarte? soy víctima o victimario del descarte?
Descartar es, a fin de cuentas,
prescindir o excluir algo o alguien que me sobra, que no necesito, y por tanto
lo califico de inútil, al menos para mí. Con esta connotación negativa suele
usar la palabra el Papa Francisco. En el discurso ante los Embajadores, el
Santo Padre denunció un descarte más preocupante: "Por desgracia, objeto de descarte no es sólo el alimento o los bienes
superfluos, sino con frecuencia los mismos seres humanos, que vienen
descartados como si fueran cosas no necesarias... Suscita horror sólo el pensar
en los niños que no podrán ver nunca la luz, víctimas del aborto”.
Familia, dispongamos nuestros
corazones para que eliminemos de nuestra mente y accionar “la cultura del descarte” que tanto daño nos está haciendo. Eduquemos
en la cultura de la misericordia y la compasión frente a los más débiles. La
parábola del Buen Samaritano, es un bello reflejo de lo que podría ser esta
nueva cultura que el Papa Francisco nos quiere inculcar.
Fuente de referencia http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=33389
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