miércoles, 27 de julio de 2011

Nuestros jóvenes, nuestros hijos... Nuestro futuro

Estoy regresando de participar como conferencista en el V Congreso Juvenil de la Arquidiócesis de Washington, DC donde se reunieron cientos de jóvenes para celebrar su fe en Cristo Jesús y buscar un una relación más profunda con Aquel quien ciertamente es su mejor amigo.  Me llenó de gozo ver el entusiasmo con el que estos jóvenes se entregaron a la oración y la alabanza, y como prestaron toda su atención durante las conferencias. Ciertamente el Espíritu Santo hizo una gran obra en sus corazones. 

Esta experiencia trajo a mi mente de inmediato la Jornada Mundial de la Juventud, a celebrarse próximamente en Madrid. ¡Cuántos jóvenes como ellos tendrán la oportunidad de afianzar su fe y celebrar su catolicidad junto al Santo Padre!  Pero mi alegría se vio de pronto opacada cuando me percaté de que la mayoría de los jóvenes con los que compartí en este congreso eran indocumentados.  Mi corazón se llenó de tristeza cuando caí en cuenta de que aunque ellos tienen el mundo por delante y cuentan con la vitalidad y capacidad de contribuir positivamente con su talento a nuestra sociedad, ninguno podrá tan siquiera soñar asistir a la Jornada por su estatus inmigratorio el cual los convierte en presos sin barrotes ni grilletes. 

Y lo peor es que tan siquiera pueden soñar con completar sus estudios universitarios ni trabajar legalmente, por su situación.  Más penoso aún es que la mayoría llegaron a este país muy pequeños traídos por sus familiares y ni siquiera tienen responsabilidad alguna por su ilegalidad.  ¿No somos todos hijos de un mismo Dios y nuestra verdadera ciudadanía es la del cielo? ¿No debe tener todo joven el derecho a la educación y a progresar en la vida?  ¡Cuantas de nuestras familias hispanas se ven afectadas por la realidad de que sus hijos no pueden progresar al máximo de su potencial!

Es mi oración que los políticos de este país dejen sus agendas a un lado y de una vez aprueben el Dream Act, para que todo joven tenga la oportunidad de tener un brillante y feliz futuro, tal como dispone la voluntad de Dios.


Por Lucía Luzondo


1 comentario:

  1. Buenas noches Ricardo y Lucía, ¡Qué importante es la vida matrimonial cristiana y la Familia! muy lindo blog.También quiero invitaros a visitar el blog de un sacerdote, don Javier Sánchez Martínez, donde madurar la fe mediante la formación y catequesis adulta, mistagogia de la liturgia, pensamiento teológico, vida espiritual y aliento para la santidad.
    Un saludo.

    http://corazoneucaristicodejesus.blogspot.com/

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