Estoy en camino de regreso a casa luego de una semana maravillosa participando en la conferencia anual de la Asociación Nacional de Ministros Católicos de Vida Familiar (NACFLM, por sus siglas en inglés), que se llevó a cabo en la Universidad de Marquette en la hermosa ciudad de Milwaukee, Wisconsin. Fue inspirador ver cientos de personas que han dedicado su vida a fortalecer, enriquecer y sanar los matrimonios, dar consuelo y una nueva visión a los que se han separado de sus parejas, formar a las nuevas parejas que se embarcan en la vida matrimonial, dar apoyo y guía a los que están en crisis y aún dar apoyo a los/as que han vivido la dura realidad de vivir la partida a sus cónyuges.
En la conferencia discutimos a fondo la iniciativa para el matrimonio de nuestros obispos católicos de Estados Unidos y sus esfuerzos a través de la Carta Pastoral El Matrimonio: El Amor y la Vida en el Plan Divino, y sus recursos de información y apoyo como Por Tu Matrimonio, y Matrimonio: Hecho para el Amor y la Vida para promover, defender y fomentar la institución del matrimonio. También conocí lo último en recursos y ayuda para preparar parejas para el matrimonio, enriquecer la vida matrimonial y asistir parejas en momentos de crisis.
Pero lo más bello fue ver como tantos de estos ministros de vida familiar han desarrollado su ministerio en pareja. Muchos de ellos son co-directores de oficinas de vida familiar en sus diócesis, en sus parroquias, o son parejas que forman o acompañan a otras parejas en su caminar. Para mí fue evidente que servir a otras parejas enriquece el matrimonio de las parejas que sirven. Por ello hoy más que nunca le doy gracias a Dios porque Ricardo y yo hemos sido llamados a este misterio. Dios, quien no se deja ganar en generosidad, regala Su gracia a la pareja que sirve. Por ello, les invitamos a acercase a su parroquia o sus diócesis para ofrecer su tiempo y talento como voluntarios en el ministerio de vida familiar.
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