miércoles, 30 de octubre de 2013

El Zaqueo de nuestro interior

El Evangelio del próximo domingo 3 de noviembre, nos presenta la historia de Zaqueo (ver Lucas 19, 1-10), un hombre publicano y jefe de recaudadores que trabajaba para los romanos pidiendo más dinero del que estos exigían, haciéndose de esta manera rico fácilmente; por eso era odiado.

Este hombre, que era pequeño de estatura, quería ver a Jesús, pero se lo impedía la gente que estaba a su alrededor. Por tanto él, sin vacilar, se subió a una higuera, un árbol que en el tiempo de Jesús simbolizaba suciedad, ya que su fruta servía para alimentar a los cerdos. Zaqueo, estando en lo alto de la higuera, escuchó las palabras del Maestro que, dirigiéndose a él,  le pide que baje enseguida porque ese mismo día él iba a alojarse en su casa.

No podían los judíos más conservadores pasar por alto esta acción para criticar a Jesús. Por ello, se comenzó a murmurar la simpatía de Jesús con los pecadores a tal punto de hospedarse en sus casas, a lo que el Maestro responde: “El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. Y lo encontró porque gracias a esa visita, Zaqueo devolvió sus bienes a los pobres, inclusive entregando hasta cuatro veces más a aquellos de los que él se había aprovechado.

Este pasaje bíblico, nos debe llevar a pensar que en nuestro interior tenemos un Zaqueo silencioso que nos hace actuar en ocasiones como un recaudador de impuestos, cobrando los favores que supuestamente hacemos de manera desinteresada; que nos hace actuar como personas prepotentes porque tenemos más que los demás; que nos hace actuar como personas importantes porque tenemos trabajos o cargos mejores que los demás; que nos hace actuar como… Solo tú sabes qué clase de Zaqueo tienes en tu interior.

Pero también tenemos la oportunidad de permitir que ese Zaqueo interior cambie, se convierta  y empiece a devolver hasta cuatro veces más los favores desinteresados y sin mirar a quién; empiece a considerar a todos por igual; empiece a tratar a sus empleados o personas a su cargo con respeto y amabilidad; empiece a cambiar aquello que solamente tú sabes que debes cambiar para hacer de tu vida un lugar de hospedaje para el Maestro o cualquier persona que lo necesite.

Hoy Jesús se hospedará en tu casa. Baja del árbol que estás a tiempo de ser una nueva persona para tu familia y la sociedad.

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