jueves, 12 de diciembre de 2013

Celebración guadalupana, celebración familiar

Durante estos días de Adviento, la Iglesia universal se llena de gozo a través de dos celebraciones marianas previas al nacimiento de Jesús: la Fiesta de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre) y Nuestra Señora de Guadalupe (12 de diciembre).

Esta fiesta guadalupana, que nuestros hermanos mexicanos han propagado desde la Basílica y Santuario de Guadalupe en el cerro del Tepeyac hasta los confines del mundo, lleva consigo una serie de tradiciones que como católicos y especialmente como hispanos nos debemos de sentir orgullosos. Gracias a la figura de la “Virgen Morenita” recordamos nuestras raíces (de dónde venimos, nuestros antepasados indígenas, los platos típicos), entendemos que la gracia de Dios es para todos (no solamente para el rico o religioso, sino también para el pobre o aquel con poca formación doctrinal), comprendemos que para Dios no hay cosas imposibles (florecieron rosas de castilla en invierno) y por sobre todo, vivimos esta fiesta en familia (abuelos, padres, hijos y familiares se congregan bajo un mismo fin).

Nos queremos detener es esta última tradición porque nos parece importante resaltar que la familia hispana (concretamente en los Estados Unidos), sin importar su origen cultural, sigue participando de esta CELEBRACIÓN EN FAMILIA, superando en algunos estados las inclemencias del frío o la nieve. Siguen participando de esta CELEBRACIÓN EN FAMILIA a pesar del cansancio que depara el trabajo duro de todo un día y los padres celebran esta fecha con mucha piedad, al conocer un poco más el significado y la importancia que tiene para su cultura esta fiesta junto a sus hijos que, siendo americanos (la mayoría de ellos), aprenden y fortalecen esta tradición para el futuro. Ellos siguen participando de esta CELEBRACIÓN EN FAMILIA porque es un motivo más para compartir, a través de un delicioso plato, lo que tenemos, así como hacer comunidad por medio de la piedad y la tradición popular, impulso y luz en la Nueva Evangelización.

Familia, los invitamos a continuar haciendo de esta Fiesta Guadalupana, una de las grandes celebraciones parroquiales: a través de ella podemos encontrar el mejor pretexto para entender que en el extranjero no existen diferencias de banderas, ya que como hispanos, formamos una sola comunidad. Así, “desde entonces para el hispano, ser guadalupano es algo esencial”.

Que Nuestra Madre del Cielo siga intercediendo por cada una de las familias, haciendo de lo imposible, posible para la Gloria de Dios  

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