El Evangelio de San Mateo
nos trae un pasaje bíblico de una mujer cananea que desesperadamente seguía a
Jesús para que el Maestro pudiera curar a su hija del demonio que llevaba dentro.
Después del diálogo entre estos dos personajes, Jesús quedó tan sorprendido con
la fe de esta mujer que le aseguró a ella que todo lo que pida se le dará, de
manera especial la curación de su hija (Leer Mateo 15:21-28).
Este Evangelio nos puede
llevar a reflexionar sobre aquellos demonios que tal vez nuestros hijos tienen
y nosotros por cuestiones de trabajo, obligaciones personales o tiempo dedicado
al bar o a las compras no nos damos cuenta.
Estos demonios están a la espera de aquellos hijos que viven solos, que no tienen comunicación,
que no son apoyados, que no son motivados, que no son queridos, que no son
tenidos en cuenta, que no son nada porque sus padres lo hacen sentir así; pero,
cuáles podrían ser esos demonios que rondan a nuestros hijos?
Por cuestión de espacio,
resaltaremos los tres grandes demonios que están a la espera del descuido de
aquellos padres irresponsables para entrar al hogar:
·
Demonio
del materialismo: Cuando nosotros como padres de familia pretendemos comprarle
todo a nuestros hijos (juegos, ropa muy costosa, carros, celulares de última
tecnología, darles mucho dinero o pagarles todos sus caprichos), pensando que
de esta manera les demostramos a ellos
el amor que les tenemos. Tal vez ellos estarían más felices si diéramos amor y
confianza que cosas materiales.
·
Demonio
del facilismo: Cuando nosotros como
padres de familia no les permitimos que nuestros hijos colaboren en la casa con
las obligaciones básicas (colaborar con el aseo del cuarto, de la cocina, de la
ropa, del jardín) pensando que ellos no deberían de hacerlo por ser menores de
edad o porque tienen muchas tareas en la escuela. Tal vez ellos cuando sean
grandes y vivan solos, agradecerán el haber aprendido a cocinar porque así no
se morirán de hambre y no serán esclavos de las comidas rápidas y pre-cocidas.
·
Demonio
de la falta de reglas: Cuando nosotros como padres de familia no somos claros o
no tenemos reglas en la casa (horario de entrada y salida, horario para cenar o
jugar, tiempo para la diversión y el trabajo) pensando que ellos no nos querrán
porque les estamos exigiendo. Tal vez ellos estarían más seguros y felices en
el hogar cuando hay claridad en las reglas, porque de esta manera conocen sus
derechos y deberes con la familia.
Es el momento
de pedirle Jesús para que él nos ayude a
liberar estos demonios que rodean a nuestros hijos, pero también es el momento
de colocar de nuestra parte para que así como la mujer cananea, seamos curados
por la fe que poseemos.
Para más información, visite la página: www.iglesiasdomesticas.com
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