Una de las fiestas a la cual nosotros los hispanos o latinos dedicamos un buen tiempo, es la celebración
de los 15 años donde las justificaciones son interminables. Los hacemos en
honor a nuestra hija por su nueva etapa que comienza; en alegría porque una de
nuestras familiares se merece esto y mucho más; en acompañamiento porque es la
hija de mi mejor vecino y debo estar presente; en elección porque hago parte
del grupo de chambelanes, damas o padrinos; en fin, las razones son muchas para
tal ceremonia o recepción. De todo esto, usted se ha puesto pensar cuánto vale en términos
económicos la fiesta?, cuánto vale en sacrificio, tiempo y dedicación la
logística para tal evento?
La celebración de los 15 años se
remonta a los Aztecas y Mayas de México,
quienes realizaban ritos de pubertad para indicar la entrada a la vida adulta y
la aceptación de responsabilidades de las mujeres. En estas culturas, al llegar
a la fecha de 15 años, las jóvenes salían de la familia a la escuela
telpochcalli donde aprendían la historia, tradiciones de su cultura y se
preparaban para el matrimonio. Con la conquista, los españoles, que eran
católicos, incluyeron en la tradición indígena la Eucaristía. En el siglo XIX,
el emperador de México, Maximiliano y su esposa Carlota, introdujeron el vals y
vestidos elegantes. En el 2004, la Conferencia
de Obispos Católicos de los Estados Unidos aprobó una liturgia específica para
esta celebración, durante la cual se presenta a la joven ante la comunidad
parroquial ya como persona adulta y recibe una bendición que incluye –según el
texto de los obispos- “el compromiso de
la quinceañera con Dios y con la Virgen María para vivir su vida de acuerdo a
las enseñanzas de Cristo”.
De todo esto podemos
decir que la fiesta de 15 años tiene dos objetivos importantes: El primero, es
la acción de gracias que los padres hacen en la Eucaristía por ser formadores
de un ser que ellos procrearon con amor y que durante este tiempo fueron sus
guías en cada lágrima y risa que ella pudo sentir; y el segundo objetivo, es
asumir por parte de la quinceañera las responsabilidades, toma de decisiones
lógicas, importancia del servicio en la familia y en la comunidad que a partir
de este momento ella adquiere. La fiesta de los 15 años no es: un vestido
costoso, una limosina, una recepción con todas las comidas, cerveza y licor de
todos los sabores y colores; un alquiler de un salón, una contratación de
grupos musicales o DJs; una decoración exagerada, etc. La fiesta de 15 años es
una ceremonia sencilla pero sobria, con invitados pero allegados a la familia;
una recepción pero con lo necesario; una comida pero compartida con amor; un
fiesta pero sin exceder en la música y en el licor. Recuerde que la celebración es para su hija,
no para todo el vecindario.
Si económicamente usted
es de las personas que podría “tirar la casa por la ventana” como decimos
coloquialmente, pues hágalo, ya que hace parte del grupo minoritario que no le
afecta la crisis económica por la que estamos pasando. Pero si el caso es
diferente, lo invitamos a que sea sencillo en este acontecimiento; su hija lo
entenderá si hay un diálogo fraterno con ella.
Pueda ser que la fiesta
de 15 años que dura un poco más de doce horas, no se convierta en
quince años de deuda con el banco, pérdida de la casa que con tanto
sacrificio compró o problemas con su
amigo que le prestó el dinero.
Para más información visite la página: www.iglesiasdomesticas.com
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