Hoy
parece que los padres de familia, como el péndulo de un reloj, han pasado de un
extremo al otro: del autoritarismo al permisivismo. Algunos
padres han representado este paso con esta afirmación: “somos los últimos hijos
que tuvimos miedo a nuestros padres y ahora somos los primeros padres que
tenemos miedo a nuestros hijos”.
“En
el mundo actual, poco se discute de temas interesantes con respecto a la
educación como el de la autoridad”, escribe C. Izquierdo; es éste,
precisamente, uno de los problemas que afecta profundamente a los padres de familia:
el de la autoridad con sus hijos…; no saben cómo proceder; a veces se sienten
confusos y desorientados.
Si
se trata de concretar y definir el principal problema de los padres de familia
hoy, dos palabras son suficientes para describirlo: confusión e incomunicación.
Confusión, porque el fenómeno del cambio, radical y acelerado, tomó por
sorpresa a los padres de familia; no están preparados para afrontar los
problemas del momento; se encuentran con niños y jóvenes muy liberados. Incomunicación,
porque muchos padres de familia tienen a flor de labios la expresión ‘No
tengo tiempo’ cuando el hijo pide ser escuchado; el pluri-empleo del
padre, el trabajo de la madre fuera del hogar, les quita el tiempo y la
disponibilidad a favor de los hijos. “Existen tantos adolescentes, escribe
Izquierdo, que nunca escuchan de sus padres una palabra de alivio, de cariño,
de atención”. “Me
temo, continúa el autor, que nuestro mundo está lleno de padres, pero de padres
de niños huérfanos. Algunos están ahí, en el hogar, pero es como si no
estuvieran; atienden prioritariamente el periódico, la televisión, los
negocios, el teléfono-celular, los amigos, pero dejan aparcados a sus hijos,
ante la tele, en su habitación, rodeados de cosas; piensan que con llenarlos de
satisfacciones materiales ya han cumplido su misión educadora”.
Qué
consecuencias se derivan de este comportamiento?. Lo dice el mismo Izquierdo:
“observo a numerosos adolescentes huérfanos de modelos parentales y educativos;
suelen moverse en medio de personas mayores que tienen excesiva prisa, que
quieren ganar más dinero, que sufren con la incómoda presencia de los hijos. Me
encuentro con adolescentes huérfanos de comunicación interpersonal; se
arrinconan en una discoteca, se pierden en el anonimato de la masa, huyen de
toda profundización, ya que creen que el mundo no tiene sentido”. A
este punto de la reflexión, podemos preguntarnos: el suicidio juvenil e
infantil, que el mundo conoce con extrañeza, no tendrá una causa primaria en
esta incomunicación, en esta orfandad??. Sobre el problema del suicidio juvenil
e infantil no conocemos estudios al respecto, pero el ambiente dentro de la
familia sin duda que tiene un influjo particular para bien o para mal,
ciertamente.
Una
autoridad familiar bien ejercida, según C. Izquierdo, tiene unas
características especiales: la subsistencia de la misma familia, la convivencia
y comunicación, el aprendizaje de la obediencia, el equilibrio personal, la
responsabilidad para la vida. Los padres han de tomar decisiones diarias que les
ayuden a los hijos a respetar los límites, que les ayuden a madurar como
personas. La permisividad y el ‘dejar hacer’ son enemigos de la autoridad que
ayuda a crecer.
No
hay autoridad sin respeto fundamentado en la integridad, la sinceridad y la
empatía con el prójimo, nunca en el miedo y en la imposición. Un estudio de la
Universidad de Navarra (España) comprobó que el prestigio de los padres ante
los hijos no depende ni del dinero que ganan, ni del carro que tienen, ni de la
práctica de un deporte, ni tan siquiera del cargo que ocupan, sino que depende
de tres factores: del ser persona humilde, generosa, serena, del modo de
trabajar y del modo de tratar a los demás.
Para más información, visite: Iglesias Domesticas
No hay comentarios:
Publicar un comentario