miércoles, 23 de marzo de 2011

En el día de la Anunciación, ¡celebramos la vida!

El 25 de marzo se celebra la solemnidad de la Anunciación del Señor y el Día Mundial del Niño por Nacer, celebraciones importantísimas para la vida de la Iglesia y la sociedad. Pero en nuestra vida matrimonial esta fecha es especialísima, ya que marca también nuestro aniversario de bodas. Escogimos este día para unir nuestras vidas porque celebra el sí rotundo y confiado de la Santísima Virgen María a la voluntad de Dios, un sí a la vida que dio paso a la Encarnación del hijo de Dios y por él a nuestra redención.

Ricardo y yo deseábamos dar con nuestra unión sacramental un sí rotundo una unión indisoluble de amor y fidelidad a Dios y el uno al otro. También le dábamos un sí incondicional a la(s) vida(s) que Dios nos encargara. Siempre estuvimos y estamos abiertos a la vida según el plan divino de Dios.  Utilizando los métodos propuestos por la Iglesia para la concepción natural de la vida, Dios nos regaló a nuestro hijo Sebastián, que ha venido a llenar nuestro hogar de alegría y a quien intentamos amar y formar según las enseñanzas de Dios y la Santa Iglesia.   La llegada de Sebastián nos ha hecho reflexionar en el altísimo valor y dignidad de la vida humana, como creación perfecta de Dios.

Aún a su temprana edad, en Sebastián hemos podido ver que el Señor tiene un plan definido y perfecto para cada vida humana.  Hemos comprendido que como creaturas de Dios, no tenemos la autoridad de decir cuando debe comenzar o terminar y que de hacerlo, usurparíamos la autoridad de Dios y violentaríamos su plan perfecto para la humanidad.  Recibamos con gozo en nuestros hogares los hijos que Dios nos regale, y respetemos la dignidad de la vida de cada uno de nuestros hijos como Dios mismo lo hace.

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