miércoles, 30 de marzo de 2011

La ayuda mutua: Gracia de Dios en la pareja

Hoy amanecí algo descompuesta por haber tomado un antihistamínico tarde anoche para contrarrestar los efectos del alto nivel de polen típico en este tiempo de año, especialmente aquí en Miami, Florida. ¡Qué hermoso que lo primero que vi fue el rostro amable de mi amado esposo Ricardo, quien me preguntaba cómo había amanecido de mis alergias! Le contesté que me sentía con mucho sueño y un poco mareada.  Médico al fin, al verme aún bajo los efectos del medicamento, me dijo que no me preocupara, que el asumiría el preparar el niño para la escuela, el desayuno, su almuerzo y aún llevarlo al colegio, para darme tiempo a recuperarme.

¡Qué grande fue el alivio que sentí al poderme quedar en cama un par de horas más, para luego poder cumplir con el resto de las obligaciones que tenía este día! Durante la tarde, recordé que Ricardo tenía que hacer algo importante referente a uno de nuestros autos que caducaba hoy. Lo llamé para recordarle y me dijo que estaba muy ocupado en el hospital donde trabaja. Decidí asumir el asunto del auto y con la ayuda de Dios, lo resolví. Luego, cuando hable con Ricardo se sintió aliviado de que lo del carro ya estuviera resuelto y se pudo concentrar tranquilo en su trabajo.

Estos sucesos cotidianos, me hicieron reflexionar en la gracia tan grande que es la ayuda mutua en la pareja, según el plan de Dios (Gen. 2-18). ¡Como puede ser la vida diaria tanto más placentera y menos estresante cuando rompemos con los esquemas de las funciones que supuestamente son propias del hombre o la mujer, y las asumimos simplemente como pareja! Cuando rompemos con los estereotipos que nos presenta nuestra cultura y la sociedad, y ayudamos a nuestra pareja con el gozo que brota del amor verdadero, no sólo alivianamos nuestras cargas, sino que nos liberamos de la opresión que nos presentan, para dar paso a un matrimonio feliz.

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