martes, 7 de junio de 2011

La bendición de un buen padre

En junio celebramos en Estados Unidos el día de los padres. En estos días noto que mucha gente prepara hermosas celebraciones familiares para homenajear a quienes pusieron su semilla de vida para comenzar la nuestra; aquellos que nos han dado afecto, protección, ejemplo y seguridad. Pero más frecuentemente aún veo cuantos se olvidan de celebrar a sus padres en todo momento.

Por ello, me he dado a la tarea de enseñarle a nuestro hijo Sebastián a valorar y celebrar todos los días el maravilloso padre que Dios le regaló. Cada vez que mi esposo Ricardo tiene un gesto de amor y caridad con alguna persona, que mantiene firme su palabra dada aunque le cueste un sacrificio, que corrige a nuestro hijo con amor y dominio propio, que ayuda a tantos niños y padres con todo amor y sin prepotencia en su profesión médica y que sirve a Dios con humildad y entrega, le hago notar a nuestro hijo Sebastián los profundos valores cristianos de su papá, y le invito a sentirse orgulloso de él y seguir su ejemplo.

¡Que hermoso es cuando un hombre se deja guiar por el Espíritu Santo de Dios, y Sus dones y carismas se manifiestan en todo lo que hace!  ¡Cuán feliz y serena es la vida de una familia cuando el hombre, a imitación de Cristo, infunde un sentimiento de seguridad y paz en su hogar!  Este mes en particular escribo para celebrar a ese maravilloso padre que es un pilar de mi hogar.  Pero más aún quiero deseo que nunca olvidemos jamás el honrarlo y celebrarlo como se merece todos los días; particularmente en los pequeños detalles de la vida que al fin y al cabo son los que llenan de felicidad la vida familiar.  Oro porque todos intentemos hacer lo mismo y así fomentemos una vida familiar plena, según el Plan de Dios.

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