miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Sabes qué es la Iglesia?

Cuando se hace esta pregunta, algunos hermanos católicos responden lo siguiente: es un es edificio muy grande, es el templo, es el lugar donde vive el padre, es donde voy a la Eucaristía, etc. Las respuestas pueden seguir y variar de acuerdo al conocimiento o experiencia que se tenga.  El problema es que estas respuestas no responden al verdadero significado, toda vez, que la definición de Iglesia parte de dos palabras claves: BAUTISMO Y COMUNIDAD.

Pues bien, la Iglesia somos todos aquellos que después de recibir el Bautismo -no importa a qué edad- comenzamos a ser parte de una comunidad que por siglos ha llevado como soporte el proyecto de Jesús: “Amar y servir a Dios y al prójimo”. Con el paso del tiempo, los sacramentos se van adhiriendo a esta definición, de tal manera que con el transcurrir de los años se crece en edad, pero también dentro de una comunidad. Es decir, según  la edad que tengas, esos serían los años que llevas amando y sirviendo a la comunidad. Ahora, preguntémonos: ¿Amo a Dios y a mi prójimo?, ¿sirvo a la comunidad?, ¿soy parte de algún ministerio parroquial?

Si la respuesta es “Sí”, usted entiende muy bien lo que significa la Iglesia: ama a Dios que se manifiesta en su prójimo no importándole su condición social, política o religiosa, colabora y sirve con aquellas actividades que la parroquia ofrece, es consciente de que su ofrenda es importante para el sostenimiento y expansión de estos servicios, es  parte de un ministerio donde usted es la imagen de Jesús cuando saluda, proclama la lectura, distribuye la comunión o da formación a través de la catequesis. Si la respuesta es “No”, preocúpese amigo católico porque el talento, carisma y cualidades que deberían estar al servicio de los demás, usted las está enterrando.

¡No es tarde! Estamos a tiempo para comenzar a explotar al máximo, cada uno de los dones que el Señor nos ha regalado y que por falta de conocimiento, negligencia o ignorancia no lo hemos hecho. Tienes tiempo de acercarte a tu parroquia y recibir la información que necesitas para integrarte a los grupos que sirven a Dios y al prójimo a través de los ministerios. Te aseguro que tienes el talento y la capacidad para fortalecer el grupo de personas que cada fin de semana tú ves en la parroquia y que por años llevan prestando de manera desinteresada este servicio.

Pidámosle a la Santísima Trinidad la fuerza necesaria, para seguir o comenzar aquello que se llama comunidad, puesto que de esta manera estamos contribuyendo al fortalecimiento de la Iglesia. Así cuando te pregunten “¿qué es la Iglesia?”, tú no solamente puedas responder, sino también dar testimonio.

Pregunta a reflexionar: ¿Es tu familia una Iglesia doméstica?

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