Frente a este recuerdo del alimento espiritual que nos trae este pasaje bíblico del evangelio de Juan, valdría la pena que reflexionáramos sobre el alimento material, aquello que cada fin de semana compramos en la tienda latina o anglo-americana (arroz, carne, tacos, tortillas, queso, pizza, frutas, verduras, cerveza, licor, salsas, chile, etc.). A veces se nos olvida que comer mucho no es sinónimo de comer bien, que comer mucho no equivale a estar saludable y que comprar mucha comida no siempre va a beneficiar a la familia. Por eso, los invitamos a que hoy nos hagamos esta pregunta y compartamos la respuesta en el hogar: ¿Te alimentas de manera saludable?
Para nadie es un secreto que las tasas de obesidad en niños y jóvenes en los Estados Unidos es muy alta. La facilidad de comprar comida, cenar en un restaurante o sin bajarse del carro, disfrutando de una hamburguesa o un hot dog, hace que estemos las 24 horas del día a disposición del alimento. El problema de todo esto es cuando no nos alimentamos de la manera más correcta, cuando dejamos a un lado las frutas y las verduras, cuando exageramos y comemos en abundancia, cuando no tenemos un control de nuestro organismo, comemos a todo momento, y no balanceamos lo que comemos. Cuando nos convertimos en esclavos de la comida y no nos damos cuenta de que nuestros hijos están aumentando de peso no proporcional a su estatura y edad o tal vez nosotros estamos aumentando de talla porque la ropa que compramos hace ocho días ya no nos queda.
Padres, no estamos en contra del comer; gracias a Dios nuestra cultura es rica en variedad y sabor. El problema es que se nos olvida la importancia de alimentarnos de manera nutritiva y saludable, de tal manera que nuestro organismo pueda resistir jornadas intensas de trabajo físico, garantizar muchos más años en la tierra y pocos pagos por chequeos médicos. Recordemos que si lo hacemos, nuestros hijos lo imitarán y lo harán parte de su estilo de vida.
Jesús nos recuerda hoy en este pasaje bíblico que el que come de su pan vivirá para siempre. Familia, a partir de este momento tratemos de balancear nuestra vida: comida espiritual en la Eucaristía y comida nutritiva en la mesa del hogar.
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