Cuando se hace esta
pregunta, algunos hermanos católicos responden lo siguiente: es un es edificio
muy grande, es el templo, es el lugar dónde vive el padre, es dónde voy a la
Eucaristía, etc. Las respuestas pueden seguir y variar de acuerdo al
conocimiento ó experiencia que se tenga.
El problema es que estas respuestas no responden al verdadero
significado, toda vez, que la definición de Iglesia parte de dos palabras
claves: BAUTISMO Y COMUNIDAD.
Pues bien, la Iglesia somos todos aquellos que después de
recibir el Bautismo -no importa a cuál edad- comenzamos hacer parte de una
comunidad que por siglos ha llevado como soporte el proyecto de Jesús: “Amar y
servir a Dios y al prójimo”. Con el paso del tiempo, los sacramentos nos van
adhiriendo a esta definición, de tal manera que con el transcurrir de los años,
se crece en edad pero también dentro de una comunidad. Es decir, según la edad que tengas, esos serían los años que
llevas amando y sirviendo a la comunidad. Ahora, preguntémonos: ¿Amo a Dios y a mi prójimo?, ¿sirvo a la
comunidad?, ¿hago parte de algún
ministerio parroquial?
Si la respuesta es
“Sí” usted entiende muy bien lo que significa la Iglesia, ama a Dios que se
manifiesta en su prójimo no importándole su condición social, política ó
religiosa; colabora y sirve con aquellas
actividades que la parroquia ofrece, es consciente de que su ofrenda es
importante para el sostenimiento y expansión de estos servicios, hace parte de
un ministerio dónde usted es la imagen de Jesús cuando saluda, proclama la
lectura, distribuye la comunión ó da formación a través de la catequesis. Si la
respuesta es “No” preocúpese amigo católico, porque su talento, su carisma, sus
cualidades que deberían estar al servicio de los demás, usted las está
enterrando.
¡No es tarde¡ estamos a tiempo para comenzar a explotar
al máximo, cada uno de los dones que el Señor nos ha regalado y que por falta
de conocimiento, negligencia o ignorancia no lo hemos hecho. Tienes tiempo de
acercarte a tu parroquia y recibir la información que necesitas, para
integrarte a los grupos que sirven a Dios y al prójimo a través de los
ministerios. Te aseguro que tienes el talento y la capacidad para fortalecer el
grupo de personas, que cada fin de semana tú ves en la parroquia y que por años
llevan prestando de manera desinteresada este servicio.
Pidámosle a la Santísima Trinidad la fuerza necesaria,
para seguir ó comenzar aquello que se llama comunidad, puesto que de esta
manera estamos contribuyendo en el fortalecimiento de la Iglesia. Así que
cuando te pregunten ¿qué es la Iglesia? Tú, no solamente puedas responder, sino
también dar testimonio.
Pregunta a reflexionar:
¿Es tu familia una Iglesia doméstica?
Para más informacion visite: www.iglesiasdomesticas.com
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