miércoles, 13 de agosto de 2014

"Yo soy el camino, la verdad y la vida"

Cuando se profundiza  la vida de Jesús de Nazaret, muchas personas recurren a conferencistas, expertos en cristología o hermenéutica Bíblia, que gracias al programa de Educación Religiosa que algunas parroquias presentan, es posible la preparación y comprensión del ser y quehacer del Gran Maestro. Ellos (los expertos) con su experiencia, nos contextualizan la vida de Jesús, nos presentan descripciones importantes a la hora de entender la misión y visión del Hijo de Dios. Esto es bueno, ya que debemos prepararnos para afrontar el desafío, de anunciar el Evangelio a tiempo y a destiempo, a los que no lo conocen o son indiferentes a ello (algunos profesionales, jóvenes, personas de otras religiones y culturas, ateos y hasta a un cierto grupo de católicos despistados).

El problema es cuando no hay preparación, cuando la  parroquia no brinda el espacio para la formación, cuando se pierde el interés por conocer más, pensando que ya lo sabemos todo, porque llevo muchos años en la Iglesia o soy muy amigo del Padre; o peor, cuando dejamos que cualquier persona nos hable de Jesús, simplemente porque se sabe un número de citas bíblicas de memoria.

El Capítulo 14 del Evangelio de Juan (versículo 6) colabora un poco en ese deseo de profundizar más la vida de Jesús cuando nos presenta la descripción sencilla que el mismo Maestro realizó al compararse con el camino, la verdad y la vida, cuando Tomás le pregunta preocupado a donde ir? Tres formas de comprender a Jesús, que podrían ser fáciles de entender pero difíciles de practicar. A continuación encontrará un pequeño significado de cada una de ellas, esperando que pueda ser de utilidad a la hora del llevarlas a la practicidad en su vida personal y comunitaria.

Yo soy el camino, cuando Jesús nos enseña que a través del testimonio podemos ser evangelizadores. Muchas personas encuentran a Jesús cuando ven el testimonio de los ministros parroquiales en sus hogares al ser buenos padres, buenos amigos en el trabajo, buenos esposos y respetuosos con la otra persona.

Yo soy la verdad, cuando Jesús nos enseña que a pesar de la dificultad siempre hay que decir la verdad, así el castigo sea la cruz. Muchas personas encuentran a Jesús cuando se dan cuenta que los ministros no vacilan al defender la verdad, no buscan su beneficio personal, al contrario, siempre están a favor de la justicia buscando el beneficio de la comunidad.

Yo soy la vida, cuando Jesús nos enseña que todos somos iguales sin importar que tú hayas sido pecador, enfermo, prostituta o extranjero. Muchas personas encuentran a Jesús cuando son aceptadas en la parroquia tal como son, cuando sienten que el templo es su casa y no  los discriminan por el color de piel, status migratorio o país de origen.

Tal vez si pudiéramos colocar en práctica estas tres comparaciones, les ahorraríamos muchos trabajos a los biblistas expertos en la materia y al mismo tiempo, ayudaríamos a la erradicación de los falsos profetas. 

Para mayor información visite: www.iglesiasdomesticas.com 



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