¡Quedan
solo seis meses hasta que Juan y yo nos casemos! Todos nos dicen que el tiempo
hasta la boda pasará rápido y tengo que decir que espero que así sea. Estamos preparándonos
con emoción y contando los meses hasta la boda con una novena de rosario el 18
de cada mes, nuestro aniversario de conocernos y lo que pronto será nuestra aniversario de boda (en Julio).
En medio de
toda esta anticipación, pasamos un hito importante hace un par de semanas. En
Chile, es tradicional tener una bendición de argollas que marca el comienzo del
periodo de preparación formal para el sacramento. Esto pasa varios meses antes
del matrimonio católico y con esta ceremonia empieza el noviazgo, la
preparación sacramental y la oración intensificada que lo acompaña. Durante
este tiempo, las argollas bendecidas se llevan en la mano derecha como símbolo
del noviazgo.
Así, de
acuerdo con la tradición, Padre José, el sacerdote de nuestra parroquia en
Santiago, bendijo las argollas en una ceremonia que celebramos juntos con la
familia de Juan. Esto lo hizo aún más
especial ya que casi todos los parientes de Juan no van a poder ir a la boda.
La
ceremonia empezó con una oración y una lectura del Evangelio según San Juan que
habíamos escogido de antemano (‘no hay amor más grande que dar la vida por sus
amigos’). El Padre nos dio una pequeña reflexión en sobre la lectura y el
sacramento del matrimonio y luego bendijo las argollas con agua bendita y Juan
y yo dijimos algunas palabras mientras Juan me puso mi argolla y yo le puse la
suya. Luego Padre nos guió en el Padre Nuestro, la Ave María, y la
Oración de Paz de San Francisco, la oración favorita de Juan y yo que elegimos
para la ocasión. Finalmente, nos bendijo a nosotros y nuestro tiempo de
noviazgo.
Ahora oficialmente
hemos empezado nuestra preparación inmediata para el sacramento. Pero ¿cómo se prepara
uno para un don tan grande? ¿Cómo se prepara uno para ser un signo vivo del
amor de Dios, tan inmenso, eterno, fiel, y que da vida? Durante la bendición de argollas, Padre José
nos pasó algunos consejos que el Papa Francisco dio a los novios durante su
celebración del día de San Valentín el año pasado. Nos aconsejó que
desarrollaremos el hábito de siempre decir gracias por los sacrificios que hace
el otro, siempre pedir perdón cuando sea necesario, siempre pedir permiso antes
de actuar, y siempre estar agradecido por el don del otro. Además nos aconsejó
que recemos para y con el otro con frecuencia.
Estos
consejos tan sencillos y sabios nos recordaron que, además de la oración, una
de las preparaciones más importantes que podemos hacer es habituarnos a hacer
todos los sacrificios y gestos que frecuentemente ni siquiera se notan pero que
son muy importantes. Me hizo pensar en cómo usar este tiempo de preparación
para hacerme una persona más amorosa y generosa y menos egoísta. Una de las
primeras cosas que me llegó a la mente fue la condición de mi departamento.
Confesión:
Aunque soy muy buena para recordar fechas y manejar mi horario de trabajo y
escuela con sus cambios frecuentes, en cuanto a los objetos físicos, no soy,
digamos, la persona más organizada del mundo. Durante el semestre, mis libros
de la biblioteca y los artículos académicos tienden a tomar residencia en pilas
en la mesa y las sillas de mi departamento, y puedo dejar pasar una cantidad de
tiempo lamentable sin poner mi ropa limpia en su lugar en el armario y los muebles.
Juan, por
el otro lado, es una persona muy organizada. Su ropa siempre queda perfectamente
doblada, su piso limpio, y losa lavada. Y yo sé que él es menos estresado y en
general más feliz en un espacio organizado. Al saber eso y pensar en las
palabras de Padre José, decidí hacer un esfuerzo para hacerme en el hábito de
ser más organizada como un acto de amor para mi Juan, para que cuando empecemos
nuestra vida juntos en Julio, se pueda sentir más relajado y feliz en nuestro
hogar compartido.
Así el fin
de semana pasado, Juan vino a mi departamento y me ayudó a realizar una
organización preliminar. Resultó ser muy divertido hacer la tarea juntos y me
sentí bien deshacerme de los papeles que ya no necesitaba y ordenar mis libros
y mi closet. Mi trabajo por ahora en adelante es, con la gracia de Dios,
mantenerlo así porque amo a Juan y porque son estos pequeños actos de amor que
creo que harán a nuestro matrimonio más sano y feliz.
Nos quedan
solo seis meses hasta casarnos y estamos emocionados para compartir nuestras
experiencias con ustedes durante este tiempo tan importante en nuestras vidas. Por favor recen por nosotros. Rezaremos por
ustedes.
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