jueves, 5 de marzo de 2015

La Fidelidad Conyugal Una Flor Escasa Hoy...

Ciertamente, comienza a escasear la flor de la fidelidad conyugal en el jardín de muchos hogares… Pablo VI lo afirmó en estos términos: “la fidelidad no es una virtud de nuestro tiempo”. Las estadísticas confirman la frecuencia con que los cónyuges ‘ponen cuernos’ a sus consortes; en las novelas, en los films, en las obras de teatro, en las noticias periodísticas, se presenta la infidelidad conyugal como cosa normal y corriente.

Si nos preguntamos por las causas de la infidelidad conyugal las encontramos numerosas y muy variadas: en primer lugar, la falta de compromiso; hombres y mujeres hoy solo piensan en el momento actual, en el ‘presente’; el pasado no cuenta y el futuro aún no ha llegado; disfrutar del momento presente, al máximo, parece ser la consigna de nuestro tiempo. Hoy se tiene miedo al compromiso definitivo y duradero; “los jóvenes, ha escrito un autor, solo saben conjugar el verbo ‘amar’ en presente”.

En segundo lugar, hay mucha inmadurez entre los jóvenes; el sexo, el amor, el matrimonio, se toman como un pasatiempo. Parece que la madurez humana hoy se adquiere más tarde que antes. Hoy se banalizan hasta las cosas más sagradas. Nos preguntamos si los cursos prematrimoniales preparan de verdad para una auténtica vida conyugal. Cuánto tiempo necesitan el médico, el abogado, el ingeniero, para prepararse al ejercicio de su profesión?. Y la pareja de novios cuánto tiempo toma para capacitarse para la vida matrimonial?


En tercer lugar, la permisividad social y jurídica está borrando los limites de ‘lo no permitido’; los slogans callejeros hacen mofa de ciertos valores humanos que antes eran signo de seriedad, de responsabilidad, de respeto por el otro(a). La postmodernidad está influyendo fuertemente con sus slogans: ‘todo vale, todo es igual’. Incluso, se reforma el lenguaje para no emplear los vocablos tradicionales: ya no se habla de ‘infidelidad’, sino de “echar una cana  al aire”.


Una cuarta causa de la infidelidad, sin pretender ser exhaustivos, es la audacia de muchas mujeres de la calle que desafían a los hombres, y éstos que son débiles ante la tentación… También sucede que muchas esposas, su pretexto de vengarse del marido infiel, caen ellas en la red del pecado. La incoherencia en la conducta es muy frecuente entre los varones: ellos, que exigen fidelidad a toda prueba a sus esposas, se permiten ser infieles… Acaso el compromiso de fidelidad no es de ambos?. 


La fidelidad conyugal está cambiando de carta de presentación: en otro tiempo ser fiel significaba mantener la palabra dada a otra persona; hoy parece entenderse como ser fiel a mi proyecto de vida individual, así sea perjudicando a otros (esposa e hijos); el genuino sentido de fidelidad es ser fiel a otra persona a quien le he prometido amor total, exclusivo y fiel. Cómo lograr esta fidelidad en el matrimonio?. Una receta muy válida es ésta: cultivar el amor entre los esposos; el amor es una realidad eminentemente humana; necesita ser cuidado, cultivado con esmero; el amor no muere automáticamente, se le deja morir porque no lo cultivamos como se cultiva una planta delicada. El amor conyugal es un dinamismo que si no crece, decrece y muere. Los enamorados se suelen decir: “hoy te amo más que ayer, pero menos que mañana”. Las parejas de esposos deberán decirse muchas veces al día, durante toda la vida, esta frase que parece romántica, pero que es una gran verdad. 


No se le puede decir a muchas personas “te amo más que a ninguna otra’, porque solo a una se le estará diciendo la verdad, mientras está engañando a las restantes… La coherencia en la conducta es cuestión de seriedad consigo mismo. El cuidado en la presentación personal es muy importante para mantenerse como eternos enamorados; los detalles cariñosos, oportunos, son como vitaminas que alimentan el amor conyugal. Y, para los creyentes en Cristo, es muy importante recordar que su alianza matrimonial es imagen en el mundo de la alianza de Cristo con su iglesia. El esposo interpreta a su esposa cómo la ama Dios, y ella interpreta para él este mismo amor; y ambos lo interpretan para sus hijos. 


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