En
otro tiempo era frecuente aludir a la rivalidad de los sexos por razón del
‘machismo’ que se impuso por siglos, como si Dios hubiera creado al varón para
mandar y a la mujer para someterse. Esta mentalidad está perdiendo fuerza en
virtud de la igualdad de derechos y deberes entre varón y mujer, y en razón de
que diferencia no debe significar desigualdad.
La
rivalidad o competencia ente esposos es más nociva que sana; el espíritu competitivo
de uno o de ambos cónyuges puede resultar estimulante para ayudar a superar
dificultades, pero si no se cae en el mito de la victoria individual. Hoy,
todos queremos triunfar en la vida, pero debemos hacernos esta pregunta:
‘triunfar sobre …’?, o ‘triunfar con…’?. Cuando se pretende ‘triunfar sobre’,
aparece un vencedor y uno que es vencido. Cuando intentamos ‘triunfar con’, que
es lo más humano, el vencedor es un equipo, una empresa, una pareja humana, una
familia.
Uno
de los aspectos que mayor solidez da a la relación de pareja está asociado con
valores como trabajar en equipo, el apoyo mutuo, la admiración del otro, y esto
tiene que ver más con la cooperación, la colaboración, la solidaridad, que con
la competencia. Muchos estudios hechos con parejas muestran que la sensación de
tener objetivos comunes, complementarse y hacer esfuerzos entre dos, aporta a
la relación no solo más bienestar, sino también más felicidad, que aquellos
logros que se ven como una victoria individual y no compartida.
Desde
comienzos del siglo XX los filósofos del lenguaje iniciaron el descubrimiento
del ‘nosotros’ como la síntesis del encuentro del Yo con el Tú. Decimos
descubrimiento, porque este elemento del ‘nosotros’ ya estaba insinuado desde
la creación del primer hombre y de la primera mujer: “dejará el varón a su
padre y a su madre, se unirá a su mujer, y se harán los dos una sola carne” (Génesis
2,24). Este ‘nosotros’ es lo que hoy llamamos ‘conciencia de ser una sola
carne’, es decir, una única ‘persona conyugal’, como afirmaba el Papa San Juan
Pablo II.
La
construcción del ‘nosotros‘ de pareja exige tiempo, vivir un proceso de
integración progresiva; lo indican los tres verbos en futuro del Génesis
(dejará…, se unirá…, se harán los dos una sola carne…). San Juan Pablo II apuntó en
esta dirección cuando en la Familiaris consortio afirmó: “conviene
tener presente que en la intimidad conyugal están implicadas las voluntades de
dos personas, llamadas, sin embargo a una armonía de mentalidad y de
comportamiento; esto exige no poca paciencia, simpatía y tiempo” (34).
Cómo
lograr aquel ‘triunfar con’ en la vida de pareja?. Emprendiendo juntos
proyectos que fomenten compañerismo y reciprocidad, realizando una reflexión
constante para identificar actitudes competitivas propias, evaluando qué hay
detrás de una actitud competitiva, valorando otros aspectos como la estabilidad
emocional, el apoyo o la guía que da la pareja, hablando con el cónyuge sobre
las expectativas frente a lo que aporta cada uno a la relación, poniendo en
claro las prioridades profesionales y laborales de cada uno, fomentando el
liderazgo en la relación, lo que no implica ver al otro como un rival que hay
que superar, etc.
‘Triunfar
con’ debe ser el gran empeño de la pareja de esposos y de padres de familia;
lo contrario es intento de dominio de subordinación, de cosificación del
otro.
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