miércoles, 8 de julio de 2015

Entusiasma o decepciona el modelo de pareja como padres de familia?

Los adolescentes y los jóvenes son los mejores críticos de la vida de sus padres. Cuando los jóvenes ven que sus padres se aman, se comprenden, se perdonan y dialogan, piensan en este modelo como el modelo ideal para su futura vida de pareja; en cambio, cuando observan que hay riñas, discusiones interminables, disgustos frecuentes entre ellos, comentan: ‘esto es el matrimonio?. Así es la vida matrimonial, mejor es no casarse’. Es la reflexión que hemos escuchado a muchos jóvenes.

En otro tiempo las parejas se esforzaban por comprenderse y hacer vida de esposos; había dificultades y problemas ciertamente, pero querían luchar. Hoy parece que prevalece el egoismo y cada uno de los cónyuges intenta salvar su individualismo. Es una lucha entre el YO y el TÚ que no logra construir el NOSOTROS. De ahí que veamos tantas parejas fracasadas. Parece no importarles la vida del otro (del cónyuge y de los mismos hijos).

Dónde está la raíz, la causa de este problema?. Una primera causa, que a veces queda como oculta, es la falta de preparación seria al matrimonio. Muy frecuentemente los novios son unos grandes mentirosos: él usa la máscara del ‘gentleman’(muy cortés, muy fino, muy elegante); ella emplea la máscara de la ‘reina de belleza’ (muy tierna, muy delicada, muy bien presentada) Al día siguiente a la boda, uno y otra se quitan la careta y aparece la realidad cruda: un carácter desagradable e insoportable…, ella se olvida de que debe ser la eterna novia para seguir agradando a su esposo…

Puede haber también causas que vienen de atrás: los padres de familia no han preparado a sus hijos para el matrimonio. En esta preparación uno y otro de los padres tienen su competencia específica respecto del hijo o de la hija; la madre deberá capacitar a su hija para que sepa llevar una casa de hogar como mujer; respecto del hijo, la madre deberá instruir al varón acerca de la forma como agrada a la mujer que la trate el hombre. El padre de familia deberá orientar a la hija en torno a la forma como el hombre espera que lo trate la esposa; y al hijo lo instruirá en todo aquello que es responsabilidad del varón sobre la dirección del hogar.

Un problema que frecuentemente es motivo de serios conflictos es la infidelidad conyugal; por causa del ‘machismo’ inveterado entre los varones, el esposo suele ser terriblemente incoherente; olvida la ‘regla de oro’ universal: “no hagas al otro lo que no quieres para tí”. Suele suceder que el esposo va cantando bonito de solar en solar, y no admite que otro gallo venga a cantar en su propio corral…

De frente al egoismo, al individualismo reinante, conviene recordar que ya desde el comienzo de la historia de la humanidad, desde el Génessis, el Creador propuso el plan de vida para la pareja humana: “dejará el varón  a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y se harán los dos una sola carne”; el Papa Juan Pablo II traducía el “hacerse una sola carne” como “convertirse en una persona conyugal”. Tres verbos (dejará…, se unirá, se harán los dos…) conforman el proyecto divino sobre la pareja humana. Son tres verbos en futuro, lo que sugiere hacer un camino, realizar un proceso conjuntamente: es el proyecto de convertrise en un NOSOTROS auténtico, en una comunidad de amor y de vida.


No es fácil lograrlo. Juan Pablo II, refiriéndose a este proyecto dijo: “conviene tener presente que en la intimidad conyugal están implicadas las voluntades de dos personas, llamadas sin embargo a una armonía de mentalidad y de comportamiento. Esto exige no poca paciencia y tiempo” (Familiaris consortio n. 34).

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