Recién pasaron las elecciones presidenciales de nuestro país y ciertamente todos estamos esperando los resultados y cada quien en su convicción política pone su esperanza en que su candidato, al ser electo, satisfaga su necesidad y la del país. ¡Qué gran regalo para unos, pero no para los opositores! Este tiempo de Adviento nos pone en una situación similar en cuanto a que, anticipando la celebración del nacimiento de Jesús, preparamos nuestra vida, nuestro hogar, nuestra Iglesia en la espera de una vida mejor con nuestras necesidades cubiertas, nuestros miedos y temores atendidos.
La gran diferencia es que esta esperanza está puesta en la persona correcta, nuestro Señor Jesús, y es un regalo para todos por igual sin importar color, raza, ideología política e incluso orientación religiosa. Jesús es el mayor regalo para la humanidad, es Dios mismo hecho como nosotros para rescatar nuestra dignidad de seres humanos tirada al abismo por nuestros pecados y elevarla a la dignidad de hijos del Rey eterno.
Esperemos entonces con mucho gozo esa llegada de Jesús en nosotros y en nuestras familias a sabiendas que recibirlo solamente puede darnos alegría, reconciliación, compañía, seguridad y esperanza para seguir viviendo nuestro día a día. ¡Ven Señor no tardes!
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