viernes, 31 de agosto de 2012

¿Qué vamos a comer hoy?

Día a día hacemos esta pregunta en nuestras familias porque nos preocupamos de nuestro bienestar físico, lo cual es válido y correcto.  Si no recibimos diariamente las cantidades necesarias de alimento nuestro cuerpo se debilita, está más propenso a las enfermedades y eventualmente a la muerte.  Por otra parte, este ritual de mantener nuestro bienestar físico a través de los alimentos genera un placer físico con repercusión en nuestro estado de ánimo.  Decimos: "Barriga llena corazón contento".

Hoy queremos reflexionar sobre nuestra verdadera naturaleza. Tenemos cuerpo que necesita ser alimentado pero también tenemos espíritu que necesita ser cuidado, alimentado para que no se debilite, para que no sucumba ante los ataques o las enfermedades espirituales sino que por el contrario sostenga el cuerpo en su momento de envejecimiento y logre acercarse más a la comunión con todos los santos, como nos enseña nuestra Santa Madre Iglesia.

La mejor manera de cubrir esta necesidad espiritual es escuchando y proclamando la Palabra de Dios revelada como la encontramos en la Santa Biblia. Jesucristo es la Palabra divina hecha carne, y que habitó entre nosotros (Juan 1,14) pero que sigue actuando y teniendo poder al estar escrita y siendo leída o proclamada;  es Jesús entrando a nuestra mente, memoria, razón, órganos a través de nuestros sentidos y actuando en nuestra alma y en nuestro cuerpo, produciendo sanación y santificación.

La Palabra de Dios está visible y accesible para nosotros en la Santa Biblia.  Leer, proclamar, meditar, llevar en la mente y en el corazón esta Palabra es alimento para nuestro espíritu que lo fortalece, lo sostiene y lo dispone a enfrentar las vicisitudes de cada día.

Debemos ocuparnos siempre pero especialmente en este mes de la Biblia de tener listo el plato servido para comer todos los días de la Palabra y qué mejor manera de alimentarnos como familia que sentados todos juntos alrededor de la Biblia y compartir este alimento bien digerido.

En nuestro hogar no hacemos dietas para rebajar el espíritu, al contrario todos los días procuramos alimentarnos con lecturas de la Biblia para que nuestro espíritu sea más y más fuerte cada vez.  

Cuando en hogar digan "¿Qué hay hoy de comer?", saca junto con los platos la Santa Biblia.

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