miércoles, 31 de julio de 2013

Juventud y noviazgo

En diferentes ocasiones hemos tenido la oportunidad de conversar con jóvenes que nos han manifestado su preocupación porque el tiempo pasa y piensan que se les va la oportunidad de casarse. Esto crea angustia y una ansiedad que puede alterar su capacidad de decisión y que, por lo tanto, compromete la capacidad de selección correcta, poniéndolos a riesgo de entregarse a la persona equivocada.

Recién terminó el encuentro del Papa Francisco con la juventud en Río de Janeiro. Este evento movió a muchos jóvenes y el Santo Padre dirigió muchos mensajes alentadores y de reconocimiento a todos los participantes.  A los jóvenes que colaboraron con el encuentro les dijo: “Dios llama a opciones definitivas, tiene un proyecto para cada uno: descubrirlo, responder a la propia vocación, es caminar hacia la realización feliz de uno mismo. Dios nos llama a todos a la santidad, a vivir su vida, pero tiene un camino para cada uno. Algunos son llamados a santificarse construyendo una familia mediante el sacramento del matrimonio”.

Estas palabras nos permiten darnos cuenta de que no hay prisa. No nos angustiemos si todavía no hemos encontrado a ese alguien al que podemos presentar a los demás como nuestra o nuestro compañero. Demos a Dios la chance de mostrarnos las oportunidades que podemos elegir como proyecto en nuestra vida a través del cual alcanzaremos la santidad. Este llamado puede ser el matrimonio y si lo es, Él nos pondrá en el camino a la persona que llenará nuestra vida y junto a la cual daremos cumplimiento a este proyecto cuya recompensa es la felicidad y la santidad.

Mi esposa y yo, como jóvenes maduros y adultos, pudimos esperar encontrarnos, conocernos y darnos cuenta juntos que éramos el uno para el otro. Durante la espera de cruzar nuestros caminos, descubrimos cuál era nuestra vocación y durante este proceso vivimos la experiencia de trabajar para Dios en función de servir a los demás, de sentir la plenitud de vida en el servicio y de entregarnos a los demás. De este modo, al encontrarnos, ya estábamos preparados para entregarnos mutuamente en forma total, libre, fiel y abiertos a la vida.

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