Durante estos días de Adviento, la Iglesia
universal se llena de gozo a través de dos celebraciones marianas previas al
nacimiento de Jesús: La Fiesta a la Inmaculada Concepción (diciembre 8) y a
Nuestra Señora de Guadalupe (diciembre 12).
Esta fiesta guadalupana, que nuestros hermanos
mexicanos han propagado desde la Basílica y Santuario de Guadalupe ubicado en
el cerro del Tepeyac hasta los confines
del mundo, lleva consigo una serie de tradiciones que como católicos y
especialmente como hispanos, nos debemos de sentir orgullosos, ya que gracias a
la figura de la “Virgen Morenita” recordamos nuestras raíces (de dónde venimos,
nuestros antepasados indígenas, los platos típicos) entendemos que la gracia de
Dios es para todos (no solamente para el rico o religioso, sino también para el
pobre o aquel con poca formación doctrinal), comprendemos que para Dios no hay
cosas imposibles (florecieron rosas de castilla en invierno) pero sobre todo,
vivimos esta fiesta en familia (abuelos, padres, hijos y familiares se
congregan bajo un mismo fin).
Nos queremos detener es esta última tradición
porque nos parece importante resaltar que la familia hispana -concretamente en
los Estados Unidos- sin importar su
origen cultural sigue participando de esta CELEBRACIÓN EN FAMILIA, superando en
algunos Estados las inclemencias del frio o la Nieve; sigue participando de esta
CELEBRACIÓN EN FAMILIA, a pesar del cansancio que depara el trabajo duro de
todo un día; sigue participando de esta CELEBRACION EN FAMILIA, padres que
viven esta fecha con mucha piedad al conocer un poco más el significado y la
importancia que tiene para su cultura esta fiesta, junto a sus hijos que siendo
americanos (la mayoría de ellos) aprenden y fortalecen esta tradición para el
futuro. Siguen participando de eta CELEBRACION EN FAMILIA, porque es un motivo más para compartir a través de un
delicioso plato lo que tenemos, y hacer comunidad por medio de la piedad y la tradición
popular, impulso y luz en la Nueva Evangelización.
Familia, los invitamos a continuar haciendo de
esta Fiesta Guadalupana, una de las grandes celebraiones parroquiales, ya que a
través de ella podemos buscar el mejor pretexto para entender que en el
extranjero no existen diferencias de banderas, puesto que como hispanos,
formamos una sola comunidad. Así, “Desde entonces para el hispano, ser
guadalupano es algo esencial”
Que Nuestra Madre del cielo, siga intercediendo
por cada una de las familias, haciendo de los imposible, posible para la Gloria
de Dios .
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