Los
padres de familia encuentran dificultad para comprender y acompañar el proceso
evolutivo de sus hijos: de infante a niño, de niño a adolescente, de
adolescente a joven, de joven a adulto. A veces tratan al joven como si todavía
fuera un niño y el joven quiere otro trato. Es necesario que los padres de
familia, y también los educadores, conozcan el camino que la persona humana va
realizando desde la cuna hasta la vida adulta.
Los
psicólogos, con cierta sintonía entre ellos, han intuido cuatro etapas:
- La anomía que va desde el nacimiento hasta los cuatro años; en esta etapa el
infante identifica el bien con el placer, el mal con el dolor.
-
La heteronomía va desde los 4 hasta los 8 años; en este período prevalece la
autoridad de los padres y el niño acepta fácilmente la obediencia; identifica
el bien con el premio y el mal con el castigo.
-
La socionomía es un momento especial: va desde los 8 hasta los 16-18 años; el adolescente
identifica el bien con la alabanza y el mal con la censura, con la crítica. Ya
no prevalece tanto la autoridad de los padres, sino el influjo del compañero,
del amigo.
-
La autonomía a partir de los 18 años. El joven ya se siente autónomo,
independiente; pero, se debe advertir que esta autonomía no puede ser absoluta;
siempre será relativa. El joven identifica el bien con la coherencia entre lo
que piensa que es bueno y lo hace, y el mal con la incoherencia entre lo que
piensa como bueno y, sin embargo, hace el mal.
La
persona humana en su proceso evolutivo no llega de un salto a la autonomía;
necesita superar unas etapas que lo llevan gradualmente a la plenitud; estas
etapas van haciendo del ser humano una persona y lo van integrando en la
comunidad humana; los mejores acompañantes en este proceso serán los padres de
familia y los educadores que son conocedores de la complejidad de este camino.
Muchas veces los padres de familia y los educadores, no siendo conscientes de
lo que implica hacer este camino, fallan en la educación de la niñez y de la
juventud.
Estas
cuatro etapas son a cual más importantes. Pero hoy, por razón del clima social
en que vivimos, la tercera etapa (la Socionomía) es
particularmente difícil; durante las dos primeras etapas (anomía y heteronomía)
los padres de familia ejercen la autoridad sobre los hijos sin ningún problema;
pero al llegar a los 8 ó 10 años la autoridad paterna y materna se torna
difícil porque en este momento serán los amigos, los compañeros de escuela,
quienes ejercerán sobre el adolescente un influjo mayor que el de los padres.
Un caso concreto: el adolescente prefiere el castigo de los padres en casa a la
crítica o censura de sus compañeros o amigos. Durante esta etapa de la socionomía el
influjo externo de la barra de amigos, de la escuela, de la sociedad, es más
fuerte que el dominio de los padres: la moda, el deporte, el celular, las
diversiones, la tv., la propaganda, etc. hacen su impacto sobre el adolescente.
En
nuestro tiempo, a causa del ambiente permisivista que predomina, los padres de
familia dejan hacer su pretexto de respetar la voluntad del
hijo. A veces, los padres de familia dan todo a cambio de nada.
Cuándo enseñarán a sus hijos a corresponder al esfuerzo, al sacrificio de los
padres por satisfacer sus necesidades?
El
suicidio juvenil, y ahora el suicidio infantil, tienen su raíz en este hecho
de dar todo a cambio de nada y no exigir la debida
correspondencia: respeto, obediencia, mejor rendimiento en el estudio,
colaboración en los quehaceres de casa, etc. Cuando los padres no pueden, por
razones diversas, satisfacer las exigencias del hijo, éste recurre al chantaje,
a la amenaza, e incluso, recurre al suicidio, como ya ha sucedido muchas veces.
La
sociedad de consumo sabe muy bien que ganándose a los adolescentes y jóvenes
para hacerles consumir sus ofertas, ha asegurado la clientela para muchos años
futuros; tiene la garantía de contar con muchos consumadores. El adolescente,
el joven, cuya escala de valores la recibe de la sociedad de consumo con sus ‘slogans’,
como adulto seguirá en esta misma línea de conducta.
El
diálogo, la motivación oportuna, la promoción de valores humanos auténticos,
serán la clave para mantener los padres de familia el influjo sobre sus hijos adolescentes,
y contrarrestar, en alguna medida la influencia de la sociedad de consumo o el
influjo negativo de amigos y compañeros.
Una
advertencia para los padres: nunca dos autoridades; éste es uno de los grandes
errores: uno dice una cosa y el otro dice otra. Los hijos se aprovechan de la
desunión de los padres, para sacar partido a su favor; pero quisieran ver a sus
padres unidos y contentos, aunque esto no les servirá para sus caprichos
egoístas. Deliberar y decidir juntos es la gran receta.
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